Especial para Claridad
A medida que va avanzando la lucha por la independencia y el socialismo se comprueba en la práctica la validez de los lineamientos estratégicos y tácticos del Partido Socialista. La Declaración General de nuestro partido plantea que toda la estrategia libertadora de la nueva lucha se funda en cuatro pilares básicos: el desarrollo y consolidación del partido de la clase obrera. La unidad independentista, la unidad sindical de los trabajadores y la solidaridad internacional.
Este año estamos trabajando intensamente por los cuatro costados. Eso es lo que llamamos despegue masivo. Y ya empieza a verse los resultados. Los enemigos están histéricos. Arrecian los ataques contra el liderato socialista e independentista, contra el movimiento obrero y contra partidos de la independencia. Eso indica que vamos bien. Malo sería que nos alabaran.
Tienen razón para tornarse histéricos. es que estamos golpeando al sistema por los cuatro costados.
La inscripción del partido de la clase obrera y las campañas partidistas hacia el despegue masivo reflejan que, en efecto, se está consolidando un partido de vanguardia donde teoría y práctica se conjugan cada día en mayor proporción.
El jueves pasado dialogaba yo sobre la revolución puertorriqueña con un grupo de sesenta vecinos de un barrio rural de Cabo Rojo. Todos demostraban una gran identificación con esa lucha. Su comprensión de las intricadas teorías marxistas sobre el cambio social se facilita grandemente por la acumulación de experiencias que han estado viviendo en los últimos tiempos. Ninguno de aquellos compañeros trabajadores duda que estamos entrando a un período de intensificación de la lucha de clases en este país. Y todos parecían estar muy claros en que esa lucha es entre los trabajadores, de un lado, y los capitalistas, del otro. Esa comunidad, como tantas otras por todo el territorio nacional, cuenta ya con un núcleo de militantes de carnet rojo del PSP, que irradia su influencia, divulga la ideología socialista y orienta hacia la toma de conciencia a veintenas de compañeros trabajadores en todo el sector.
Entre esos trabajadores que van adquiriendo un nuevo método de análisis desechan prejuicios y cobran conciencia de sus intereses prejuicios y cobran conciencia de sus intereses de clase están los que destacan en uniones y sindicatos, en los conflictos huelgarios y en el movimiento obrero en general.
De ahí que la base del movimiento obrero esté avanzando tan aceleradamente hacia posiciones de gran combatividad. Los anquilosados ideólogos y analistas del periodismo comercial, los politiqueros colonialistas y esas pobres caricaturas de líderes obreros que en el pasado lograron su modus vivendi a base de traficar con las esperanzas del proletario, están todos tan boquiabiertos y asustados ante los nuevos giros que manifiesta el movimiento obrero que no se pueden explicar, en sus mentes de mimes, qué es lo que está pasando. Elucubran entonces múltiples teorías sobre infiltración nuestra en los sindicatos, etc. No pueden darse cuenta —por algo es que están en babia— que se está operando una transformación lleva a una lucha por la proletarización del movimiento sindical. Y que esa transformación lleva a una lucha por la proletarización del movimiento obrero, lo cual significa que se va a limpiar el sindicalismo de farsantes, impostores y buscones. Así se van sentando las bases para una sólida unidad sindical, al mismo tiempo y por la misma vía en que se desarrolla y consolida el partido de la clase obrera.
Lo mismo ocurre en el plan de la unidad independentista. el trabajo realizado por casi tres lustros para ilustrar la unida de las fuerzas patrióticas —fatigoso y lleno de tropiezos— empieza a plasmar las bases de una unidad política más certera, flexible y sólida que lo que jamás se había soñado. Esa unidad múltiple y diversa se va cuajando sobre la marcha, más allá de los esquemas formales, con tal magnitud que va arrastrando hacia ella a nuevos sectores del pueblo que se incorporan a la lucha. La unidad dinámica y combativa del reto enfrentado en conjunto —como fue el caso en el acto contra el plan petrolero del cuatro de julio y en la jornada obrera de julio— produce dramáticamente es efecto multiplicador de que tanto hemos hablado en el pasado.
Simultáneamente, crece la solidaridad internacional con la lucha de independencia de Puerto Rico. Mientras los colonialistas de turno en el gobierno tienen problemas en conseguir que Wáshington les prometa considerar siquira la migaja de una nueva reforma colonial, nosotros logramos por todas partes del orbe el compromiso irreversible y a destacar el caso de Puerto Rico como uno de lo más candentes de colonialismo directo que quedan en el mundo contemporáneo. Las próximas semanas harán patente ese compromiso.
Todos los aspectos de esa lucha multifacética se van hilvanando en armonioso concierto, motorizado por una concepción certera de la ruta estratégica y las alternativas tácticas. Vamos cumpliendo el plan libertador de la nueva lucha. Es importante tener presente que entramos a una coyuntura decisiva, fortalecidos por los avances alcanzados, pero lejos aún de las grandes metas que nos hemos trazado y hacia las cuales hemos de dirigirnos sin pausa ni desvío.
17 de julio de 1973