Así le llama el San Juan Star a Carlos Zenón. Ésa es la insólita ironía del coloniaje. Un periódico extranjero, que en sí es un trespasser en el periodismo puertorriqueño, se atribuye a sí mismo el derecho de calificar y condenar en el titular de una noticia, a un pescador viequense por ser trespasser en su propia tierra. De eso es que se trata cuando los yanquis hablan de libertad de prensa. La libertad de pasarle gato por liebre a su público lector. La libertad de falsificar la historia y hasta el sentido más elemental de las palabras.
Pero es solamente un reflejo, como tantísimos otros, de nuestra doliente realidad. El caso contra Carlos Zenón debe ser una advertencia para todos los puertorriqueños. Estamos acostumbrados a que acusen y condenen a los independentistas, a los socialistas y a todos los que se definen claramente de frente al imperialismo norteamericano. Basta con que se le identifique como militante de una organización revolucionaria o patriótica para que muchos condonen con su conformidad o su silencio los abusos que puedan cometerse contra éstos. Pero Carlos Zenón no ha sido nunca, ni es ahora, independentista ni socialista Como cuestión de hecho, ha militado en el Partido Nuevo Progresista, e hizo campaña para la elección de Carlos Romero Barceló en las elecciones de 1976.
Sin embargo, a Zenón le están aplicando la misma dosis de represión que hasta ahora se había reservado a los “subversivos”. Y en nada ha contado a su favor su militancia en el Partido del gobierno. No es porque la justicia sea ciega, como alegan los leguleyos, que han acusado a Zenón. Contrástese el tratamiento que se le da al líder de los pescadores viequenses con el que recibe Alex de la Zerda, el agente de la Marina acusado de conspiración para matar viequenses. Zenón está preso y De la Zerda está en la calle. Zenón va a ser desterrado a una cárcel a miles de kilómetros de su tierra mientras De la Zerda transita libremente por su tierra y la ajena.
El delito de Carlos Zenón es defender la paz de su gente y afirmar, en actos de resistencia pacífica, su derecho y el de sus compañeros pescadores a ganarse el pan de cada día en la forma y manera en que aprendieron de sus mayores a hacerlo, pescando en las aguas aledañas de su isla natal. El delito de Alex de la Zerda es conspirar, so color de autoridad como oficial de la Marina yanqui, para asesinar a Zenón y a los otros pescadores, para colocar bombas explosivas en el domicilio de la Asociación de Pescadores, en el Colegio de Abogados y en un avión de la línea aérea de Vieques.
A los españoles los condena la historia por lo inhumano de las condenas que combinaban prisión y destierro. Los yanquis lo hacen ahora, en pleno 1980, manipulando la maquinaria de la justicia “local” para acelerar el envío de Zenón a una prisión en Kentucky. Zenón tenía pendiente un juicio en Vieques por otro incidente, que estaba señalado para una fecha futura. Los procónsules federales ordenaron que ese juicio se anticipara a la fecha del señalamiento y se trasladara de Vieques a Humacao, para acelerar el trámite de enviar al dirigente viequense hacia Kentucky; al “Mainland”, al decir del San Juan Star, el “Mainland” de los yanquis, porque el de Zenón es Vieques.
Levante todo el pueblo puertorriqueño su protesta airada por el abuso que se está cometiendo contra el líder de los pescadores viequenses en lucha. No permitamos que una vez más, impunemente, destierren a un puertorriqueño por luchar por lo suyo. Hay diversas formas de ripostar a esta afrenta. Hagámoslo.
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CLARIDAD, Comentario Político Edición 1419, del 11 al 17 de abril de 1980.